CÓMO AFRONTAR LA FRUSTRACIÓN
Cómo afrontar la frustración es uno de los temas que preocupa a las familias. Preocupación por cómo afrontarla como padre y madre ante nuestro hijo o hija, pero también preocupación sobre cómo ayudarles.
En este artículo traigo a la frustración, emoción con la que todas las personas hemos convivido y conviviremos, a la que hemos tenido que hacer frente en primera persona o a través de otras personas (mayores o menores).
Pero antes de continuar… ¿Qué es la frustración?
La frustración es un estado emocional desagradable que se desencadena cuando los intereses o expectativas no se corresponden con la realidad. Esto puede desencadenar emociones de enfado e ira, y conductas relacionadas con ellas.
En intervención con familias me encuentro con muchas conversaciones y situaciones que giran en torno a la frustración. Así como el «miedo» que presentan algunos padres y madres ante ella por las conductas que desencadenan sus menores.
Y como os podéis imaginar, en ocasiones, hay padres y madres que ceden por ese “miedo” a las conductas, facilitando así que los menores consigan su objetivo.
Sabéis qué sucede cuando esto se repite en diferentes momentos…
Que los menores exigen más. La tolerancia a la frustración es cada vez más baja y que las conductas que desencadenan para alcanzar el objetivo son más disruptivas. De esta manera buscan que papá o mamá “cedan” para conseguir lo que desean.
Los niños y niñas tienen que frustrarse, y no sucede nada, tienen que vivir esos estados emocionales. No todos deben son agradables (porque así no es la realidad en la que viven ni la que se van a encontrar). Es más, las emociones más desagradables son adaptativas porque nos permiten afrontar situaciones diversas y que pueden implicar riesgo para la persona.
Hay que tener muy claro que en la vida nos encontramos con momentos en los que hay disonancias entre lo deseado y lo real. Vivir esto desde la infancia a través de diferentes situaciones y emociones es importante y adaptativo.
Como es normal, los padres y madres no queremos que nuestros hijos sufran. Pero de ahí a no permitirles fallar, a que no experimenten determinadas emociones y sensaciones, a que no afronten momentos conflictivos o a tomar decisiones… Hay un gran paso.
Y las consecuencias de todo esto, como ya he mencionado en más de una ocasión y en diferentes contextos, las viven los menores. Porque terminan siendo dependientes, no saben gestionar las emociones, no son capaces de asumir normas y límites, imponen sus criterios y no aceptan ni valoran las críticas… Y como estas, muchas más vivencias y situaciones diversas.
Así que, el primer consejo del artículo es…
Dejad que los hijos e hijas se frustren, vivan ese estado emocional. Guiad y apoyad en el transcurso del mismo. Si lo hacemos, aportamos recursos para esa gestión de la frustración y por tanto en la gestión de su estado emocional.
La frustración puede desencadenarse por múltiples motivos y en diferentes contextos (cada papá y cada mamá podemos sacar una lista de los momentos más frustrantes de nuestros hijos e hijas).
Como ya he mencionado, esa frustración viene dada por un desequilibrio entre lo deseado y lo real. Y esto puede ser querer algo y decir que «no» (hay que decir «no» ), porque quieren algo inmediato y no se tiene el acceso en ese momento, porque son perfeccionistas y algo no está como lo habían dejado, etc.
Ante este tipo de situaciones, debemos contar con una serie de estrategias para afrontar ese momento.
- En primer lugar, debemos tener claro que SOMOS EJEMPLO de nuestros hijos e hijas. Si perdemos los papeles, gritamos, subimos mucho el tono, no somos capaces de controlar la situación… Aquí estamos enseñando nuestra falta de gestión emocional.
Y ojo, que sé que a veces es complicado estar tranquila en esos momentos. Y es que se van acumulando cosillas diversas y cada persona tiene un límite.
- En segundo lugar, PONER NOMBRE A LO QUE SE SIENTE. Los menores necesitan identificar qué sienten y experimentan, conocer que lo que están viviendo es enfado, rabia o tristeza por determinada situación o acontecimiento.
Este es un primer paso muy importante. Siempre lo digo en mis talleres de gestión emocional, tanto en los de menores como en los de padres y madres, poner nombre a esa emoción y sentimiento nos permitirá conocerla, ubicarla, expresarla y gestionarla en momentos futuros.
- En tercer lugar, IDENTIFICAR CÓMO VIVIMOS ESA FRUSTRACIÓN. Qué sentimos a nivel físico, qué pensamos sobre lo sucedido o lo que podríamos hacer en ese momento, y qué conductas desarrollamos.
Por ejemplo, identificar que mi primer pensamiento puede ser “soy un desastre”, “es que no me dejáis hacer cosas”, que lo que siento es calor, tensión en mis manos y brazos, y lo que me gustaría es dar un puñetazo.
Conocer esto nos permite regularnos y gestionar ese momento, para no dejarse llevar por esa experiencia emocional.
Cuando trabajo con menores, me gusta establecer un paralelismo entre el mar y las emociones. El mar si le dejas te lleva hacia dentro, por ello tienes que nadar con más fuerza hacia la orilla, para evitar esa profundidad y el peligro. En las emociones pasa igual, si te dejas llevar por ellas, si no las gestionas, te vas a lo profundo, donde todo se complica.
Este símil es sencillo de explicar y entender para menores de diferentes edades. La sensación de dejarse llevar en el mar por las olas es algo que se ha vivido. De ahí que se pueda entender mucho mejor lo que se trata de explicar.
- Relacionado con lo anterior, pasamos al cuarto lugar, GESTIÓN DE LA FRUSTRACIÓN. Contar con recursos y estrategias para saber cómo afrontar la frustración y gestionarla.
Siempre trato de orientar a peques y adolescentes en esta dirección:
PARA (STOP) – BUSCAR UN LUGAR TRANQUILO – RELÁJATE – ANALIZA – COMUNICA
Es importante identificar esa frustración para conseguir parar a tiempo, no “dejarse llevar” por ella, salir de esa situación que genera el enfado buscando un lugar o punto en el que conseguir relajarse. Cuando hay más tranquilidad es más fácil analizar y reflexionar sobre lo sucedido de manera individual, tratando de ver las diferentes perspectivas, para después comentarlo y analizarlo con las personas implicadas.
Mi segundo consejo del artículo es el siguiente…
En el propio momento de frustración, de enfado, de ira, evitemos reflexionar o analizar, ya que ahí no estamos en condiciones de poder razonar sobre lo acontecido.
Algunos os estaréis preguntando… Cómo podemos ayudar a nuestros pequeños a relajarse en esos momento. Pues bien, se pueden emplear estrategias y recursos diversos desde el acompañamiento, el abrazo, guiándole en la relajación, dejándole seguir su ritmo a solas, etc…
Antes de despedirme, me gustaría recomendaros la lectura de este maravilloso artículo (que está en mi top de preferidos) del portal bebeamordor.com y escrito por dos grandes profesionales y compañeras, como son Julia Iriarte y Mamen Jiménez (también conocida como lapsicomami).
Un último detalle, este artículo trata de presentaros un contenido general, una guía y unos recursos. No obstante, si a nivel familiar y personal os encontráis muy desbordados, buscad ayuda profesional para encauzar la situación de manera personalizada.