Psicología

ESCÚCHAME, POR FAVOR. SOLO TE PIDO UNOS MINUTOS

Estas últimas semanas me he encontrado en el centro psicopedagógico, y más concretamente en las sesiones individuales con menores, con conversaciones, reflexiones y demandas de tiempo y escucha por parte de estos hacia sus padres.

 

Sí, muchos adolescentes reclaman su tiempo para ser atendidos y simplemente escuchados mientras cuentan algunos de sus problemas, inquietudes, perspectivas y visiones de momentos vividos.

 

Muchos días recibo mensajes y llamadas de familias diciéndome que su hijo e hija (adolescente) está encantado de asistir a las sesiones, que les piden seguir, que les estoy ayudando mucho y que las pautas planteadas están funcionando. Esto me hace reflexionar sobre las actuaciones llevadas a cabo con cada uno de ellos y el camino a seguir. Y evidentemente, como profesional recibir esos mensajes me hace muy feliz (como os podéis imaginar) y me empuja a seguir luchando y buscando las mejores estrategias para desarrollar mi trabajo.

 

Pero volviendo a las sesiones con esas chicas y chicos, ¿sabéis qué hago en esos encuentros? Escuchar (no oír) a esos jóvenes con sus inquietudes, con sus expresiones y planteamientos de por qué han llegado a determinadas situaciones, el por qué de determinados comportamientos, de su actitud hacia el estudio, cómo ven y valoran posibles cambios, cómo actuar, etc.

 

Y sí, he especificado, escuchar, no oír. Y os preguntaréis, por qué hace María Jesús inciso aquí. Porque no es lo mismo.

 

Muchos padres y madres están delante de los hijos, con una idea fija y con lo que les quieren decir, recriminar o castigar. Sin embargo, no están escuchando a los menores, les oyen pero no escuchan detenidamente lo que les están diciendo. Porque la respuesta que surge es (en algunas ocasiones):

 

«Que sí, que muy bien, tú siempre buscando excusas y culpando a otros. No eres responsable de tus actos. Así que para que aprendas vas a estar castigado…»

 

¿Os suena esto? Seguro que muchos padres y madres os estáis viendo ahora mismo reflejados en situaciones ocurridas en el hogar. Y por supuesto, algunos compañeros de profesión lo habréis escuchado en terapia.

 

Evidentemente, cuando hablamos y manifestamos nuestras opiniones, reflexiones o propuestas nos gusta que nos escuchen. A los adolescentes, también.

 

Y sí, la adolescencia es una etapa complicada en el desarrollo humano por todos los cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales que implica. Así que, hacer ver al adolescente que es escuchado y que se le tiene en cuenta, es un punto importante a valorar.

 

Parece que por el hecho de ser adolescentes no tienen opiniones ni reflexiones propias sobre las situaciones a las que se enfrentan. Y sabéis que os digo, que es un error pensar esto.

 

Ellos también reflexionan sobre las situaciones vividas, sobre los enfrentamientos sufridos con los padres, sobre su rendimiento académico, sobre sus relaciones sociales, sobre lo que les hace sentir bien o culpable, como por ejemplo por reírse de alguien en un comentario de algún amigo, etc.

 

Y en ocasiones, lo que necesitan y buscan es contarlo, decirlo y que se les escuche, valorando la situación conjuntamente con ellos, plantear opciones, estrategias o propuestas para actuar o cambiar.

 

Y sí, esto se hace escuchando, atendiéndoles a lo que dicen y a reflexionar conjuntamente sobre ello, dejando de lado la idea de que el adulto tiene la verdad absoluta y es el que sabe el por qué y lo que se debe hacer.

 

Os voy a poner algunos ejemplos, para que veáis la importancia de la comunicación y la escucha en los hogares.

 

El otro día una adolescente había bajado el rendimiento en los exámenes (tras un cambio positivo importante en él), al hablar con ella, dejarla que contara lo sucedido y su perspectiva, me dijo que esos días de exámenes había estado muy nerviosa por un acontecimiento familiar, lo que la tenía muy inquieta y no la permitía centrarse bien.

 

Ante esta situación, ella explicó todo lo que consideró oportuno, la escuché y  posteriormente valoramos y establecimos estrategias para afrontar posibles momentos similares futuros.

 

Otra adolescente ha pasado un par de semanas complicadas por un conflicto con unas compañeras de clase, llegando a tener problemas gastrointestinales por la tensión que estaba viviendo. Finalmente, dio el paso de hablar con su madre (la que le escucho de manera ejemplar) y según arrancamos la sesión se abrió completamente contando todo (sentimientos, pensamientos, valoración de ella misma, acciones, etc).

 

Y os voy a contar más, la felicité por varios motivos, primero dar el paso para contárselo a su madre desde lo más sincero, y segundo porque la honraba pedir disculpas a algunos compañeros por algunas actuaciones. Porque sí, cuando hacen cosas bien, dan el paso de disculparse y asumir sus errores (no sencillo para las personas) es de valorar y reconocer.

 

Como veis, dos ejemplos de situaciones que los menores se encuentran y que en ocasiones no saben gestionar o afrontar. Y si además, tienen un canal de comunicación con obstáculos, en el que hay mucho ruido, la cosa se complica.

 

Por ello, es importante tener en cuenta estas pautas:

  • Dedicar un tiempo a los hijos cada día en el que hablar. Contar cómo nos sentimos todos, cómo ha ido el día, qué cosas se han hecho o qué planes hay, etc. Pero ojo en esas conversaciones, es importante tener en cuenta el siguiente punto.
  • Evitar interrogatorios. No hay que preguntar continuamente, llevar las preguntas a un interés personal del adulto, porque así no facilitamos la comunicación ni la expresión del menor. Además de impedir la escucha porque estás focalizado en un punto o tema concreto.
  • Alejarse de dar respuestas absolutas como padres y madres. Ya lo he mencionado antes, como adultos no tenemos la verdad absoluta, hay que escuchar otras perspectivas de las cosas, y los adolescentes las ofrecen.
  • Ofrecer al hijo o hija la opción de valorar la decisión ante una situación. Sí, decir «no» a lo planteado el menor no facilita las cosas. Dejarle valorar lo mostrado, que vaya reflexionando sobre ello es clave.
  • Valorar conjuntamente los pros y contras. Una vez planteadas opciones valorarlas conjuntamente, analizando lo que ofrecen y las consecuencias que pueden presentar.
  • Comprender el por qué de sus decisiones. No estamos en su misma etapa personal y las vivencias y aprendizajes son diferentes, por ello es importante escuchar y respetarlas.
  • Mostrarles apoyo. Muy importante, somos padres y madres, ofrecerles nuestro apoyo o guía, nuestra atención en los momentos que ellos lo necesiten, es importante.

Así que, como podéis ver, escuchar a los hijos e hijas es importante, porque nos permitirá conocerlos y entenderlos mejor, así como poder descubrir sus inquietudes, intereses y perspectivas.

 

«Mamás y papás guardaros tiempo cada día para escuchar (no oír) a vuestros hijos e hijas, la relación y el bienestar familiar y personal os lo agradecerá»

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