Psicología

EL MOMENTO DE LAS NOTAS FINALES

En estos días los centros escolares cierran sus puertas para los alumnos, recibiéndoles para la entrega de notas. Sí, las notas finales de curso.

 

¿Recordáis esos días de vuestra adolescencia? Esos momentos en los que se dudaba sobre si había alguna que pudiera “caer”, porque no se estaba seguro de cómo había ido la recuperación, o esas ganas de recogerlas para demostrar a tus padres que habías sido capaz de sacar el curso a pesar de las adversidades…

 

En fin, esas notas que determinan si se tendrá un verano libre o un verano atado a los libros.

 

El hecho en sí, ya no es únicamente el recoger las notas como estudiante, que es importante, sino la interpretación que estos menores hacen sobre cómo la recibirán los padres, qué frases típicas les dirán, qué consecuencias habrá, etc.

 

Y a todos nos ha sucedido, no es una experiencia que solo vivan los estudiantes de ahora.

 

Con respecto a esto, en estos últimos días he visto imágenes y reflexiones en las redes sociales, como esta de Gestionando Hijos, así como artículos sobre ese momento de entregar las notas a los padres. He de decir que me encantó este artículo de Noelia López Cheda en su blog (os recomiendo su lectura y por supuesto seguirla).

 

En él, Noelia comenta cómo se comportó con su hija el día que llegó con las notas, y para sorpresa de la adolescente, su madre cambio la versión de soltar primero la charla, a darle a ella la opción de expresarse.

 

Me pareció fantástico, una idea maravillosa cambiar el orden de quién comienza a valorar los resultados, y más aún cuando hablamos de adolescentes.

 

Como padres, y como profesionales que trabajamos con menores (hay que reconocerlo), en un alto porcentaje de las veces los ojos se nos van en primer lugar a lo negativo, ya sean los suspensos o las notas más bajas. Después, vemos las mejores, diciendo “así deberían ser todas” o “en estas te has esforzado”.

 

Esto tipo de situaciones nos sigue demostrando que las personas tendemos a focalizar nuestra atención en lo negativo primero y posteriormente, en el resto. (Lo mismo nos sucede con conductas de los hijos).

 

¿Qué ocurre con esto en el momento de las notas?

 

Que no damos opción a los chicos y chicas de expresarse, de dar su opinión, de valorar sus resultados, de buscar respuestas y de ofrecer propuestas para afrontar lo sucedido. Los padres vamos por delante y parece que nuestras impresiones son las que cuentan.

 

¿Os suena esta frase de muchos chicos y chicas? “Escúchame, déjame que te explique”.

 

No, no se les deja en muchas ocasiones. También es cierto, que en función del resultado nos encontramos con el erróneo “locus de control” de: “me tiene manía el profe”,  “he aprobado” o “me han suspendido” (Como decía el gran Salva Rodríguez Ojao en este artículo de su blog). Echando así balones fuera de sus responsabilidades.

 

Son sus notas, reflejan sus acciones, actitud, motivación y comportamiento durante el curso, por lo que es importante que ellos puedan opinar al respecto.

 

Si les dejamos expresarse, se podrán analizar conjuntamente muchos aspectos sobre su rendimiento.  Entre estos:

  • Identificar las técnicas de estudio que han funcionado y las que no. En ocasiones, los chicos van saltando de unas técnicas a otras, sin ser constantes, sin valorar los beneficios de ellas según las materias. Y esto puede “jugar malas pasadas”
  • Valorar por qué en algunas materias las notas han sido mejores. Esto puede deberse a la motivación de la materia, la facilidad en su entendimiento, la relación con el profesor, etc.
  • Reconocer errores que se hayan podido cometer. Por ejemplo, ausencia de horario de estudio, dejar todo para el último momento, estar pendiente de otras cosas, salir y chatear constantemente con los amigos, etc.
  • Aceptar si se requiere un apoyo para afrontar algunas materias. No pasa absolutamente nada por necesitar un profesor de apoyo para algunas materias, poder contar con esa ayuda para reforzar contenidos, aclarar dudas o trabajar contenidos de base que no hay.

Si dialogamos con los hijos, si les dejamos expresarse, si les escuchamos y empleamos tonos de voz adecuados, será más fácil llegar a acuerdos, buscar soluciones y valorar lo sucedido.

 

También debemos reforzar los buenos resultados, valorar el esfuerzo y dedicación de los hijos para tener un buen rendimiento académico. Y, por supuesto, felicitarles por ello.

 

«Es su responsabilidad y trabajo», diréis muchos. Y así es, pero a todos nos gusta que nos den «palmaditas» en la espalda según nuestras acciones y rendimiento.

 

Recordemos que estamos en una etapa de su vida clave, en la que van formando su personalidad, sus opiniones y les gusta ser escuchados. Por ello, aprovechemos las oportunidades que se presentan para intercambiar impresiones con los hijos y consensuar, sin imponer lo que como adultos consideramos que es lo único y válido.

 

¿Preparados para el momento de recibir las notas de vuestros hijos?

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