Quiero que mi hija sea feliz
Quiero que mi hija sea feliz es una frase que recoge mucho significado. Hace unos días leí este artículo en El confidencial, y he de decir que me encantó. ¿Por qué? Porque nos hace reflexionar sobre las expectativas e intereses a nivel académico que madres y padres generamos sobre nuestros hijos e hijas.
Hemos llegado a un punto en el que, en ocasiones, el éxito de cada menor se mide por las notas que obtienen en la escuela, las actividades extraescolares que realizan (parece que cuantas más hacen, mejor), si sobresalen en una u otra cosa… Llegando a la comparación con otros menores, ya sean hermanos, amigos o compañeros.
Con estas fijaciones, estamos dejando de lado un aspecto fundamental y básico: ¿es mi hijo/a completamente feliz con las exigencias planteadas?
Muchas veces en la vida, no es tan importante el expediente académico como el personal. En la vida es determinante ser resolutivo, productivo, afrontar las situaciones, buscar soluciones o tener unas buenas habilidades sociales. No solo en el ámbito académico, también en el laboral, personal y social.
“Un niño puede sacar muy buenas notas, pero a la hora de resolver una situación cotidiana se bloquea y no sabe actuar, dependiendo así de una persona adulta que le ofrezca la solución. Pero recordemos que ese adulto no estará siempre. ¿Qué sucederá entonces?”
Ahora, muchos estaréis pensando: “Sí, pero para encontrar un buen trabajo, para llegar a tener una formación adecuada, el rendimiento académico y las notas son determinantes”. Evidentemente, para acceder a la Universidad o a la Formación profesional, el expediente académico influye, pero ¿sólo nos debe preocupar esto? Yo lo tengo muy claro, NO.
Que nuestros hijos tengan una formación académica es fundamental. Pero, en ocasiones, esa formación no se relaciona con el trabajo que se desarrolla o con la situación personal. Sin embargo, tener una «formación» a nivel personal para desenvolverse en el mundo en el que nos encontramos es importante. Poder afrontar situaciones, adaptarse a las nuevas demandas y exigencias, es más prioritario a que se tenga un expediente de un 8 o un 10.
¿A qué nos puede conducir la fijación por el éxito académico de nuestros hijos?
- Excesivo tiempo extra en tareas. Querer que tengan las mejores notas y un rendimiento muy alto, conduce a que haya estudiantes que tengan que dedicar más tiempo del deseable y adecuado para su edad.
- Presión inadecuada en estudiantes. Generar una presión, que desencadena en ansiedad por ser el mejor o más competitivo.
- Falta de independencia y autonomía. Dependencia total de padres y madres a la hora de tomar decisiones. Y es que estos organizan lo que haya que hacer con la finalidad de alcanzar el objetivo.
- Sobreprotección. Protegemos a los hijos considerando que las decisiones de las personas adultas son las únicas y mejores.
- No realización de tareas cotidianas. Por querer que estén centrados en el estudio dejan de realizar tareas básicas. Por ejemplo, poner o quitar la mesa en comidas y cenas, no recoger su habitación o hacerse la cama, no participar en una limpieza general del hogar. Todo esto con el fin de el niño o la niña esté estudiando.
- Desmotivación y Frustración. Si planteamos unos objetivos muy elevados a cada menor, sin tener en cuenta sus características, nivel y ritmo, caemos en el fallo de poder exigir demasiado. Ven que no alcanzan lo propuesto, generando así frustración. Esto conduce además a que se desmotiven con la idea de “por mucho que haga, no lo consigo”.
Para finalizar este artículo, voy a hacer mi propia reflexión, que puede ser compartida o no. No obstante, lo bonito de la vida es poder dialogar y respetar las ideas de unos y otros.
«Yo quiero que mi hija sea feliz, para ello la permito explorar, descubrir y abrir puertas del mundo en el que se encuentra, conocer diferentes lugares y culturas, respetarlas y valorarlas. Quiero que disfrute aprendiendo, que no sea un calvario cada día. Quiero que sea creativa y no se deje llevar por estándares cerrados, que sepa afrontar la vida y resolver los conflictos que se encuentre. Sobre todo, quiero que sepa que tiene una madre y un padre que la apoyan y la guían. Pero solo quieren una cosa… Queremos QUE SEA FELIZ.»