Psicología

VIDEOJUEGOS. ASUMIENDO RESPONSABILIDADES COMO PADRES

Hace unos semanas leímos esta noticia sobre una niña de 9 años adicta al famoso y actual videojuego Fortnite. Este tipo de noticias generan diferentes opiniones: «que si los videojuegos son malos», «que si no saber como padres lo que hacen los hijos», «que estamos llegando a unos juegos de violencia extrema»… Y como estas muchísimas más habréis podido escuchar.

 

Pero, os voy a confesar una cosa…

 

La responsabilidad de llegar a este tipo de situaciones (adicción, problemas de conducta y problemas de autocontrol) no es del videojuego, es de las personas y, en caso de menores, de los adultos.

 

«Ohh, ¡qué dices María Jesús!». Sí, como lo leéis.

 

¿Por qué?

 

Porque como padres tenemos que conocer a qué juegan nuestros hijos, seleccionar y valorar con ellos esos juegos y si son aptos para su edad, qué se exige en el juego, misiones, si es colaborativo o competitivo, además de establecer y consensuar horarios para estar delante de las pantallas, etc.

 

Y debemos tener clara una cosa, los videojuegos forman parte de la vida de los menores (no de todos, también es cierto), es un elemento social para ellos, ya que sus interacciones y conversaciones con los amigos van enfocadas en muchas ocasiones en esta dirección.

 

Así que, como padres y madres debemos respetar esos gustos, que en ocasiones no se comparten, pero también debemos supervisarlos y tenerlos en cuenta. Además de hablar sobre ello con nuestros hijos.

 

Esta artículo también surge a raíz de este fantástico artículo que escribió La madre del pollo y que os recomiendo leer (sí o sí).

 

Considero que es un artículo muy personal, desde su vivencia con su hijo y cómo lo maneja en el hogar, pero también muy instructivo sobre el tema de los videojuegos y manejo en el hogar.

 

Y como ya he mencionado, estos dos artículos son los desencadenantes de este post, pero no voy a hablar de videojuegos (porque no soy experta), pero sí de familias y de cómo gestionar estas situaciones en el hogar.

 

Antes de seguir, os voy a contar un caso que tuve, hace algo más de un año, con un menor de 12 años, “enganchado” a los videojuegos y cuyos comportamientos y autocontrol se vieron totalmente afectados.

 

El menor se pasaba horas delante de la tele con sus juegos, de diversas temáticas, unos online, otros él solo con su mando y pantalla, pero se metía literalmente en ellos. Los padres inicialmente le dejaban jugar diariamente como recompensa por haber realizado sus tareas (con el tiempo mentía para conseguir su recompensa), pero no había límite de tiempo ni supervisión de los juegos. ¿Hasta dónde llegó el caso? A que el chico comenzó a manifestar problemas de conducta serios en el hogar y de autocontrol (malas contestaciones, rabia, dejaba todo por jugar, no le podían tocar mientras estaba jugando, etc).

 

La madre se veía desbordada en el hogar, así que tuvimos que trabajar la gestión personal del menor y llevar un tratamiento de impacto, dejar la videoconsola. Os confieso que el menor no lo llevó mal, porque inmediatamente se comenzó a trabajar con él sobre el tema.

 

Tras unas sesiones, la dependencia a la play había disminuido considerablemente, las estrategias de autocontrol fueron asimiladas de manera impresionante por el menor y las autoinstrucciones fueron un eje clave para su día a día.

 

La evolución ha sido muy buena, tanto del menor como de la familia. Ahora, los juegos se supervisan, se establece un periodo de tiempo y se identifica con quién juega online. Pero no solo esto, cuando el menor se tensa jugando lo reconoce, e incluso para, pero si se lo dice su familia, lo reconoce y termina la partida, buscando así su punto de equilibrio y de relajación.

 

Os voy a aclarar algo más, hubo que buscar un “sustitutivo” a la play, ¿sabéis cuál fue? Salir al parque y estar con sus amigos, jugar al futbol, moverse y tener otras distracciones y aficiones, que le encantaban hacer, pero dejó de lado.

 

Con esto no quiero decir que los videojuegos sean malos, en absoluto, además de encontrar en el mercado una amplia gama de los mismos y con temáticas diferentes, adaptándose así a las necesidades y gustos. Pero es cierto que debe haber un control y más ahora que estamos en vacaciones de verano y los menores pasan más tiempo en casa.

 

¿Qué consejos os doy familias?

  • Hablar con vuestros hijos. Es importante conocer sus gustos e intereses, aquello que quieren y por qué, para así poder conocer más acerca de esos juegos y con quién juegan.
  • Valorar si es  adecuado o no para ellos conjuntamente. Importante sentarse y ver si el juego que piden es acorde a su edad, qué temática tiene, acciones que se deben desarrollar…
  • Supervisar las partidas, estar cerca. Dar el videojuego o dejar que lo descarguen sin saber más del mismo, ni ver cómo se comporta nuestro hijo, no es lo más adecuado, ya que así se desconoce su comportamiento y cómo actúa en determinados momentos.
  • Establecer periodos de tiempo. No deben estar largas horas jugando a videojuegos (o pantallas como tablet o teléfonos), es importante limitar las horas que pueden jugar. De esta manera el control de estímulos se verá más controlado.
  • Jugar con ellos. Es importante probar y conocer a qué juegan, ver y reforzar aspectos que se vean en el juego. Como dice La madre del pollo, si es cooperativa la misión orientarles en qué pasos pueden seguir para ver reforzado el resultado final.

Como conclusión a este artículo, me gustaría compartir esta reflexión:

 

Los videojuegos no son malos ni el único problema al que se enfrentan nuestros hijos como influencia negativa (idea que generalizan muchas personas). Es importante como padres supervisar, jugar y acordar diferentes aspectos entorno a ellos, porque así se podrá actuar a tiempo cuando surja una necesidad. Asumir la responsabilidad como padres es clave para actuar, no dejar que recaiga la culpa en el videojuego.

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