Educación emocional

CÓMO GESTIONAR LA FRUSTRACIÓN

Cómo gestionar la frustración es la continuación del artículo Cómo afrontar la frustración. En ese hacía mención a la importancia de dejar a los menores que vivan y experimenten diferentes emociones y sentimientos, entre ellos la frustración.

 

Como mencionaba, hay ocasiones en las que padres y madres, por “miedo” a las conductas desencadenadas por la frustración o por evitar que los hijos sufran, ceden o permiten determinadas acciones que no son adecuadas.

 

Evidentemente, este tipo de decisiones y actuaciones tienen consecuencias en cada menor, en su desarrollo, autonomía y forma de afrontar las situaciones que se presenten.

 

Para poder entender un poquito mejor todo esto y relacionarlo con lo el contenido de este artículo, podéis refrescar ideas en la primera parte del artículo.

 

El objetivo es presentar una serie de recursos, herramientas y estrategias que ayuden en cómo afrontar y gestionar la frustración.

 

Para ello recuerdo una serie de ideas clave al respecto:

  • Poner nombre a las emociones es el punto de partida para una buena educación emocional.
  • Identificar como las vivimos y experimentamos física y mentalmente.
  • Expresarlas ante las situaciones y momentos que se estén viviendo.
  • Gestionar las emociones empleando recursos y estrategias diversas.

En este último punto es sobre el que vamos a trabajar hoy. Así que…

 

¿Cómo gestionar la frustración? ¿Qué estrategias podemos seguir? ¿Qué recursos podemos emplear?

 

Aquí podemos elaborar una lista con diversos recursos. Pero…

 

Lo importante es conocer con qué podemos sentirnos más identificados, qué estrategia puede ser más sencilla de aplicar en cada momento o según las necesidades y características de cada personas.

 

La primera estrategia que os presento es…

  • STOP. Parar, frenar, detenerse ante ese momento en el que la frustración nos lleva a caminos en los que hacemos y decimos cosas que no son adecuadas.

Para poder guiar y orientar en esta dirección a los más pequeños, es importante que los adultos podamos dar esa primera señal o consigna. Esta puede ser una palabra, alguna señal o algún elemento (tarjeta roja, semáforo) que identifiquen y asocien a ese significado.

 

Os voy a contar un caso de un menor con el que trabajo. Él me dijo que “parar” o “stop” no le convencía (aquí la importancia de hablar y acordar este tipo de decisiones con ellos), que prefería otra palabra y eligió “limón”. Al decirle su madre “limón” en algún momento de tensión, a él le hacía gracia y automáticamente rebajaba la intensidad y se iba más calmado a su habitación.

 

El cambio del estímulo le hacía romper con la situación en la que se encontraba. Esto le permitía cambiar el chip, ayudando así a disminuir su tensión y a facilitar la comunicación posterior.

 

Buscar un estímulo que ayude a parar en ese momento es importante. Pero como ya os he mencionado, acordar con cada menor ese estímulo es clave.

  • EL ENTORNO. Buscar un lugar tranquilo, alejado de la fuente de tensión, es necesario en muchas ocasiones (aunque en otras no es fácil de conseguir).

Salir de ahí ayuda a parar, a no seguir metido en ese bucle de estímulos, comentarios, elementos, acciones, que mantengan ese enfado y frustración.

 

Cuando conseguimos parar es importante emplear algunos recursos para bajar el nivel de activación, entre ellos…

  • RELAJACIÓN

Podemos relajarnos de múltiples maneras, cada persona debe buscar y encontrar aquella estrategia que más la ayuda y pueda emplear en diferentes momentos. Para relajarnos, podemos seguir varias estrategias:

 

– RESPIRACIÓN. Fácil, sencilla de aplicar en cualquier contexto, y que no requiere de otros materiales ni de infraestructuras complicadas.

 

Inspirar por la nariz, mantener el aire contando hasta cuatro y soltarlo lentamente por la boca.

 

Ayuda y mucho, permite bajar el nivel de activación e irnos tranquilizando poco a poco. Además, permite oxigenar el cerebro y así ayudar a tomar decisiones de manera más racional y analizando lo acontecido.

 

– RELAJACIÓN MUSCULAR. Tensar y relajar los músculos nos ayuda a liberar tensiones y a relajar esa parte de tensión que se acumula, sobre todo en brazos y hombros.

 

Tensar músculos de brazos o piernas mientras inspiramos, mantener la tensión y el aire contando hasta cuatro y relajar, dejando ir el aire lentamente y relajando los músculos tensados.

  • TUMBARSE

En ocasiones, tumbarse en el sofá o la cama ayuda a relajarse, a calmarse y tener ese punto de «paz» que se necesita para bajar la tensión y activación. Además, ayuda a salir de esa zona de tensión, controlando los estímulos y fuente de malestar emocional.

  • ESCUCHAR MÚSICA

Poder estar en un sitio en el que cambiar estímulos y escuchar música (tranquila, instrumental o tu canción favorita), permite gestionar esas emociones desagradables o que generan situaciones complicadas.

 

Recordáis esa frase… “La música amansa a las fieras”. Pues eso… No somos fieras, pero la música nos ayuda a concentrarnos, calmarnos, reflexionar…

  • DIBUJAR O PINTAR

Menores con los que trabajo tienen auténtica pasión por pintar o dibujar cuando se encuentran tensos. Les ayuda expresar cómo se sienten, pero también les permite focalizar su atención en otro estímulo y analizar a medida que se calman lo acontecido.

 

Y sí, ahora va una pauta que no todas las personas toleran igual, pero que ayuda y es efectiva en muchos casos…

  • ABRAZAR O ACARICIAR

Hay chicos y chicas que cuando están nerviosos no aceptan el abrazo o la caricia, necesitan su espacio. Sin embargo, hay otras personas que sí.

 

Ese abrazo les da sensación de seguridad, de apoyo, de no sentir soledad. Hay menores que piensan y asocian el enfado con el hecho de que papá o mamá les quieren menos.

 

Así que, para muchos menores, esa caricia o abrazo les ayuda a calmarse. Solo abrazar y acariciar, nada de conversar, ni dar explicaciones. Ese contacto sin más.

 

Un recurso que enseño a los menores, a mamás y papás es el MUÑECO DE PLASTILINA. Cada peque se convierte en un trozo de plastilina, sin nombre, sin forma, al que hay que modelar para convertirlo en un niño o una niña.

 

Este recurso sigue un proceso y es… Ir amasando la “plastilina”, masajeando el cuerpo del niño o la niña, poco a poco le vamos dando la forma del cuerpo, los dedos de los pies, los pies, las piernas, los brazos, los dedos, las manos y la cabeza… Así hasta realizar la personita completa.

 

Es un juego para ellos en el que se ríen por las cosquillas en los pies, en el que se relajan por las caricias que reciben y porque termina siendo muy relajante.

 

Hay momentos y recursos en los que podemos trabajar la frustración empleando alguna de estas estrategias, porque surge el conflicto o porque sabemos que en ocasiones pueden ser un medio para ofrecer herramientas a cada menor. Herramientas que pueden aplicar en otros contextos.

 

Sin embargo, también podemos emplear otros recursos, entre ellos los juegos de mesa. Son fantásticos, porque en ellos hay momentos en los que la frustración aparece y seguir una serie de pasos ayuda. Si queréis conocer más sobre la relación entre juegos de mesa y frustración, aquí tenéis este artículo que ya os recomendé de Julia Iriarte y Mamen Jiménez.

 

Recordad que hay que analizar y reflexionar sobre lo acontecido una vez pasado el momento de tensión y frustración.

 

Poner nombre, explicar lo sentido y vivido, por qué y buscar alternativas y soluciones al motivo en cuestión, es un proceso a seguir y por el que pasar.

 

Esto no lo podemos olvidar, porque la comunicación es clave. Nos aporta mucha información y ayuda a guiar en la gestión de la frustración.

 

Como conclusión a estos dos artículos…

 

La frustración es un estado emocional que los menores deben experimentar. Pero es importante que cuenten con recursos y estrategias que les ayuden en cómo afrontar y gestionar la frustración. Y sobre todo, hay que hablar y reflexionar sobre lo acontecido para que el aprendizaje sea completo.

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Comentarios (2)

  1. Eva Burgos

    04 Mar 2019 - 9:37 am

    Hola. Todas las herramientas que das son cuando estamos con ellos. Pero que le podemos ofrecer que hagan cuando los padres no estamos? Cuando ellos están con sus amigos y se frustran? Gracias

    • María Jesús Campos Osa

      04 Mar 2019 - 1:55 pm

      Hola Eva,

      Antes de nada, gracias por leer el artículo y por tu comentario.

      Para que los menores aprendan a gestionar la frustración, lo importante y los primeros pasos es trabajarlo con ellos desde el hogar o en situaciones en las que nos encontremos conjuntamente. Cuando están solos, sin nuestra guía es clave que ellos tengan algunos recursos adquiridos o que se les hayan indicado, como por ejemplo el que paren y sobre todo la respiración, es muy importante para rebajar tensiones, así como poder salir durante un tiempo de aquello que les frustre para calmarse.

      Ellos, deben ir regulándose en esas situaciones, que paren, respiren y reflexionen. No dejarse llevar. De ahí que haya un trabajo previo desde el hogar para que vayan adquiriendo estas estrategias.

      Cuando estén solos, que paren, respiren, busquen ayuda si la situación es conflictiva, salgan de la situación que les genera tensión y analicen.

      Sé que la idea de parar es difícil, pero ellos deben identificar qué aspectos se dan a nivel físico, cognitivo y conductual cuando se frustran, identificar los «signos de alerta» ante la frustración les ayudará a parar antes de «explotar».

      Ahora bien, la gestión de la frustración en menores no es de un día para otro, es importante trabajar sobre ella con herramientas cuando se presenta, para que así se vayan adquiriendo y en el desarrollo se sepa manejar.

      Un saludo.

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