Educación emocional

Dando valor a las emociones

Dando valor a las emociones, es un tema que va ganando más importancia y relevancia. Y es que la educación emocional va cogiendo peso en diferentes ámbitos. Como por ejemplo en las aulas de los centros escolares, en las empresas o en el día a día de las personas.

 

¿Por qué está teniendo tanta relevancia la educación emocional en los últimos años? Aunque a algunas personas las cueste creerlo, porque se conoce más sobre ellas y se conoce el peso que tiene en el desarrollo de las personas.

 

Las emociones son un motor que influyen y determinan gran parte de los acontecimientos que vivimos, cómo actuamos en determinados momentos y qué decisiones tomamos a nivel personal, social, laboral o académico.

 

A continuación, vamos a ir viendo cómo influyen los estados emocionales en diferentes contextos. Así se podrá entender mejor el peso y determinación que tienen.

  • Estamos enfadados porque hemos tenido un día complicado en el trabajo. Nuestro hijo o hija, está cansado y no para de seguirnos por casa y pedirnos un juguete. Con la presión y el enfado juntos, se forma una bomba explosiva que desencadena en gritos, que hablemos mal o contestemos inadecuadamente al niño.
  • El empleado de una empresa está contento porque han valorado muy positivamente su proyecto laboral y sus jefes han dicho que siga así y que confían en él. ¿Cómo actuará? La respuesta parece sencilla, estará más motivado, irá de mejor humor al trabajo, tendrá más confianza en si mismo y, por supuesto estará más contento y satisfecho al ver reforzado y valorado su esfuerzo.

Recordemos, en muchas ocasiones las recompensas emocionales tienen más poder que las materiales.

  • Nuestro hijo tiene miedo a la oscuridad y no le gusta ir solo a su habitación. Buscará excusas, dará vueltas por casa, llorará y llamará continuamente para hacer frente a esa situación y para poder subsanar su sentimiento de miedo.
  • Un estudiante va al colegio cada día triste y desmotivado (situación que se vive diariamente en muchas aulas). Su percepción es que los profesores no valoran el esfuerzo que hace y lo que estudia cada día para sacar adelante el curso. Ante esto es muy probable que se cuestione ¿para qué seguir dedicando tantas horas si no me dicen muy bien o buen trabajo? Planteamiento que determinará su actitud y comportamientos ante el estudio.

Estas son algunas situaciones que hemos podido vivir personalmente, con nuestra pareja, con nuestros hijos o con amigos. No nos son desconocidas. En todas ellas las emociones determinan nuestra forma de actuar y los pensamientos sobre cómo continuar o no con la situación.

 

En muchas ocasiones, las emociones, denominadas agradables, nos guían en el camino deseable, mientras que las denominadas desagradables, pero también necesarias para el desarrollo y adaptación de las personas, nos llevan por caminos pedregosos y en el que la decisión puede no ser la más certera.

 

¿Es importante gestionar las emociones?

 

La gestión emocional es básica desde la infancia. Cada menor debe conocer las diferentes emociones, identificarlas en sí mismos y en los demás. Igualmente, saber manejarlas para que sus decisiones sean adecuadas y no dañinas, impulsivas y perjudiciales para ellos y el entorno.

 

Los adultos podemos leer sobre este tema, ver vídeos, pero siempre de profesionales y especialistas, pero ¿los menores? Con respecto a esto, hay programas en centros escolares sobre educación emocional, que llevan a cabo actuaciones sobre la misma. También se cuentan con talleres grupales en centros psicológicos o psicopedagógicos, servicios de organismos públicos, etc. Y por último hay profesionales que pueden guiar y orientar tanto a padres, madres como a menores para conocer y gestionar las emociones. Que a su vez pueden estar desembocando en conflictos y que desde el hogar no son capaces de manejar.

 

Es importante recordar que los padres y madres somos modelos de nuestros hijos e hijas y en función de cómo actuemos, expresemos y manejemos nuestras emociones, los menores actuarán igual.

 

Desde casa… ¿Cómo podemos actuar?

  • Expresando como nos sentimos. Las emociones deben formar parte del vocabulario habitual de todos los miembros del hogar, indicándolas en diferentes momentos o ante situaciones, así como en explicaciones del día a día.
  • Pidiendo perdón cuando nos equivocamos. Es importante hacer ver a los niños que los padres también cometemos errores y esos errores pueden afectar emocionalmente a otros, disculparse identificando el fallo y el daño ocasionado al otro, será determinante para que nuestros hijos actúen igual y lo identifiquen.
  • Indicando que necesitamos tiempo y espacio para relajarnos. Si estamos enfadados y decidimos que nos vamos a calmar, solicitando así un ratito y un espacio privado para aplicar alguna técnica de relajación y reflexionar sobre lo ocurrido, los hijos lo verán y emplearán la misma estrategia. Además, les podremos ayudar y guiar en este proceso.
  • No infravalorando las emociones. Cada persona vivimos y sentimos las situaciones y acontecimientos de manera diferente. Si nuestro hijo vive con mayor presión o dolor un evento no podemos hacerle ver que se equivoca, es lo que siente y hay que respetarlo. Ante esto, también es importante hablar y compartir la vivencia emocional de cada uno.
  • Hablando de lo que sentimos y como actuar. Expresar la emoción es adecuado, pero también hablar sobre qué camino seguir, qué conductas llevar a cabo, así como las que nos perjudicarán tanto personalmente como a otros.

Y recordad que…

 

Las emociones están ahí, nos acompañan cada día, en cada situación y decisión, no podemos darles las espalda, pero sí manejarlas y controlarlas.

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