Psicología

EDUCACIÓN EMOCIONAL EN LAS AULAS

Hace unos días leí un artículo muy interesante sobre la educación emocional en la formación del profesorado en el periódico El País. Lo leí y lo compartí en las redes sociales, al igual que han hecho muchas personas durante estos días; sin embargo el profesor Óscar Recio lo compartió e hizo el siguiente comentario: “#Debate abierto. ¿Educación para sacar notas o para formar personas?»

 

A raíz de ahí, me planteé compartir en mi blog un artículo expresando mi opinión al respecto. Destacar que no es la primera vez que hablo de emociones en el blog, aquí tenéis otro artículo en el que podéis indagar más sobre el tema. Tampoco es un mundo desconocido para mí, ya que forma parte de mi intervención diaria con los niños y adolescentes con los que trabajo, tanto individualmente como en talleres grupales.

 

Considero que la educación emocional debe tener el respeto que se merece, así como su hueco en diferentes ámbitos (escolar, familiar, laboral…). Pero en este post lo voy a centrar en el mundo de la educación, relacionado con el artículo al que hacía mención al inicio.

 

Vivimos en un mundo de continuo cambio y avances en diferentes aspectos, a los que la sociedad se va adaptando, ya que muchos de ellos nos llevan a una mejor calidad de vida, nuevos recursos, mejor adaptación al entorno…  Por ejemplo, contamos con grandes investigaciones y avances en el mundo de la tecnología (internet, ordenadores, móviles), en la medicina, con nuevos aparatos y técnicas para poder evaluar y diagnosticar con mayor fiabilidad, intervenir de manera menos invasiva, así como avances en tratamientos, medicinas, vacunas, etc.

 

Todos estos avances son aplaudidos y adaptados a nuestras vidas en función de las necesidades y de las aportaciones que nos dan. Ahora bien, en educación también hay avances e investigaciones que demuestran que nuevas formas de enseñar, nuevos recursos en el aula, nuevas estrategias de interacción con los alumnos y familias, favorecen y enriquecen la calidad educativa que reciben los estudiantes, repercutiendo además en el resto de personas implicadas en la misma (profesores, padres).

 

¿Por qué no se le da el valor y uso que merecen estos avances en educación?

 

Aquí podemos dar múltiples respuestas en función de intereses, percepciones, experiencias personales de profesores, alumnos, padres, equipos directivos, etc. Algunas de ellas serían:

  • Falta de inversión económica para dotar a las aulas de nuevos recursos, así como modificar los espacios (en los que la inversión es menor).
  • Falta de preparación específica al profesorado. Actualmente están surgiendo algunas protestas que van surgiendo en relación a la formación que se recibe desde el Grado de Magisterio, alejado en algunos contenidos de la realidad actual de las aulas. Además, en torno a esa formación esta la escasez de contenidos relacionados con la educación emocional, tal y como indica el profesor Rafael Guerrero en el artículo ya mencionado
  • Falta de recursos humanos para abarcar determinados temas o áreas dentro de los centros, a esto además hay que añadir la falta de presupuesto para poder atenderlo con profesionales externos y especializados en diferentes temas (acoso escolar, mediación, educación emocional, etc).

Volviendo al tema de las avances, uno de los temas en los que está habiendo más investigaciones y publicaciones al respecto es el de la educación emocional, así como su repercusión en el aprendizaje y desarrollo de los menores.

 

¿Por qué hay que dar valor a la educación emocional en las aulas?

 

Desde mi punto de vista por varios motivos, no solo enfocados a los alumnos y su beneficio, sino también a los profesores. Estos serían:

  • Las emociones determinan nuestras conductas. Según la emoción vivida y los sentimientos surgidos ante una situación o momento, nuestras conductas variarán.

Un niño enfadado porque ha tenido un conflicto en el patio con algún compañero determinará su comportamiento en el aula. No es únicamente castigar a ambos, es hablar, conocer lo que ha sucedido y cómo se sienten, que se expresen, para poder ayudarles y reconducir la situación así como la emoción vivida. También será importante para el docente conocerlo, ya que así comprenderá por qué se dan determinados actos en el aula.

  • La gestión de las diferentes situaciones. No solo hablo desde el punto de vista de los niños,  los docentes deben tener una formación en educación emocional para poder gestionar las diferentes situaciones en las que se encuentren.

En un aula se dan muchos momentos de tensión, cada vez los alumnos muestran nuevas demandas, recordemos que ahora las aulas no son como hace tres décadas. Los menores viven un día a día más intenso, con nuevas exigencias a las que dar respuesta. Por ello, que el docente sea conocedor de las emociones, de cómo afrontar y gestionar las situaciones con sus alumnos, será determinante para favorecer el clima emocional del aula.

  • Conocerse a uno mismo. Conocer los límites propios, lo que nos enfada, nos pone triste, nos avergüenza, nos alegra, etc, es fundamental para el desarrollo de nuestro día a día, pudiendo así establecer estrategias para controlar las situaciones, así como la expresión y el control de la emoción.

Todos nos hemos enfadado por haber discutido con un amigo. Emplear ese momento para indagar qué es lo que se vive, qué se siente, qué se piensa, es un punto muy importante a trabajar con los niños, para así conocerse mejor. Si el adulto, en este caso el profesor, sabe manejar esa situación puede ayudar a sus pupilos para que puedan comprender mejor sus vivencias y lo que les acontece.

  • Crear un clima de confianza en el aula. Cuando nos preocupamos por cómo se encuentran los alumnos, cómo llegan ese día a clase, si están enfadados o tristes, si están nerviosos por el examen, o mil circunstancias más, se puede establecer un vínculo profesor-alumnos que determine la confianza entre todos.

Preocuparse por lo que sucede en el aula, lo que preocupa a los menores, conocer cómo se encuentran y dedicar parte de la jornada a trabajar aquello que genera conflicto, tensión, desencuentros, etc, es más importante que centrarse en la urgencia de trabajar los contenidos y en una nota. Esto nos va a permitir conocer mejor a nuestros alumnos, lo que nos ayudará a poder orientarles y guiarles en las necesidades que vayan surgiendo en el aula.

 

Siempre defenderé la actividad de la asamblea que se lleva a cabo en las aulas de infantil, así como su propuesta y puesta en marcha en las aulas de primaria. Dedicar unos minutos a compartir, expresar y valorar lo que acontece tanto para los alumnos como para el profesor es un punto clave para la educación emocional en las aulas.

 

Desde mi punto de vista y como reflexión final a este artículo, me gustaría terminar con las siguientes líneas:

De un alumno no solo debe importar la nota final que obtenga, hay que preocuparse por cómo se encuentra en el aula, de las situaciones vividas en ella y de cómo se afrontan. Como docente, tener unos conocimientos sobre la gestión de las emociones e introducirlas en su metodología, permitirá tener un grupo fortalecido, con confianza y estabilidad para afrontar los diferentes momentos. Así que recordar que no nacemos conociendo las emociones y su manejo, una educación en las mismas es fundamental.

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Comentarios (2)

  1. isabel briones

    17 Feb 2017 - 7:08 pm

    hola interesante tu reflexión y aporta mucho para quienes desean o están interesados en demostrar algo mas que empatía, sino comprensión pedagógica, la pregunta que me queda es ¿como hacerlo cuando tus alumno son o se sienten auto suficientes y no desean alguien que se preocupe por ellos o no necesitan bajo su perspectiva que nadie se acerque o se interese por su estado de animo o ni siquiera responden de buena gana cuando les observas cabizbajos y les preguntas pasa algo, ellos solo hacen cara de molestia y señalan nada, con fastidio.?

    • María Jesús Campos Osa

      22 Feb 2017 - 10:12 am

      Buenos días Isabel,
      Me alegro que te haya resultado interesante el artículo, se trata de dar pautas y estrategias para crear un clima emocional en las aulas favorable para todos.
      Con respecto a la cuestión que planteas, que es muy interesante y que sucede en muchas aulas, y sobre todo con alumnos más mayores, aunque algunos pequeños también actúan así. Mi planteamiento respecto a esto es que no se puede tratar de realizar una intervención directa con los alumnos, preguntándoles cómo se sienten o qué sucede si previamente no se ha establecido un punto de confianza y clima adecuado entre profesor-alumnos, ya que se sienten invadidos y no entienden el por qué de ese interés. Por ello, hago hincapié en la importancia de trabajar ese clima emocional, de establecer esa confianza en el aula y en la que participen todos, no solo alumnos sino también los docentes. Además, poder establecer un medio o punto de intercambio de sentimientos, sin que sea durante una clase, donde los menores se sienten más observados al acercarse el profesor, también es fundamental tenerlo en cuenta.
      Por ello, trabajar el clima conjuntamente y la confianza, será la base para que los intercambios posteriores con los alumnos sean más satisfactorios.
      Espero haberte ayudado Isabel, gracias por participar en el blog.
      Un saludo,
      María Jesús Campos

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