Psicología

LA COLABORACIÓN DE MAMÁ Y PAPÁ

En el artículo de hoy quiero hacer una reflexión personal sobre la importancia de la colaboración e implicación de las familias con los hijos en las diversas actividades que llevan a cabo.

 

No quiero hablar únicamente de la colaboración de las familias en la educación de los hijos, que como sabemos es muy importante, sino de lo relevante que es participar e intentar modificar determinadas conductas y actitudes cuando nuestros hijos asisten a diferentes profesionales como por ejemplo psicólogos, logopedas, psicopedagogos, psiquiatras, pediatras o sociólogos, porque presentan determinadas dificultades o necesidades.

 

¿Por qué quiero hablar de este tema?

 

La verdad es que la chispa final (porque tenía ganas de hacerlo) para escribir sobre esto me la dio una mamá hablando con ella una tarde al finalizar la sesión con su hijo. Lo cierto, es que me dijo que su hijo evolucionaba y había muchas mejorías, pero que reconocía que como padres habían tenido que cambiar conductas, pensamientos y actitudes, que seguir las pautas que les estoy dando habían sido claves para esa evolución.

 

Y así es. Esta última es una de las claves para la evolución de los hijos y de las relaciones familiares cuando se asiste a terapia, la colaboración y la aplicación de lo propuesto por parte de todos.

 

Todo esto no es fácil para las familias. En primer lugar, dar el paso de reconocer que hay un problema, una dificultad y una necesidad que debe ser atendida y tratada por especialistas supone en muchos casos superar una barrera (en ocasiones autoculpándose de haber hecho cosas mal como padres y considerarse únicos responsables). De ahí, pasar a una cita en pediatría para posibles derivaciones u orientación, así como la búsqueda en internet o entre personas conocidas para llegar a la llamada telefónica y concertar una cita o encontrar al profesional que mejor se corresponda con la situación a la que se enfrenta cada familia, es otro obstáculo que pasar.

 

Sí, acabo de mencionarlo, encontrar al especialista que mejor se adapta a la situación y necesidad que se presenta. Como profesional, hay que ser claro y honesto con la parcela laboral en la que te encuentras.

 

Yo siempre lo digo, soy psicóloga, pero trabajo un área concreta y específica porque mi formación se ha centrado en ella, por lo que hay temas y aspectos en los que no tengo la preparación correspondiente para poder desarrollar esa intervención, derivando de esta manera el caso a compañeros aptos para el mismo u orientando a la familia o persona en lo que deberían buscar.

 

En mi caso, trabajo temas relacionados con estrategias de aprendizaje (planificación, técnicas de estudio, concentración, atención, motivación, etc), dificultades de aprendizaje (TDAH) y gestión emocional. Esto lo desarrollo con menores y, evidentemente, también tengo que trabajar con los padres y en muchos casos con los hermanos. Ante esto, os preguntaréis…

 

¿Por qué?

 

Porque las personas cercanas que rodean al menor y comparten con él espacio y tiempo deben conocer, reconocer sus actuaciones e implicarse en las propuestas y pautas planteadas, no solo debe ser el menor el que debe modificar sus conductas.

 

En muchas ocasiones, los planteamientos llevados a cabo también se deben transmitir al centro escolar, en concreto a los tutores. Esto se da en casos en los que las dificultades se dan en diferentes ámbitos y el contacto es necesario, además de poder buscar y encontrar la colaboración conjunta.

 

Como digo siempre:

 

“La colaboración entre los diferentes profesionales que actuamos con los menores es fundamental para el buen desarrollo del mismo y para su evolución”.

 

También he de reconocer que no todo es tan bonito como puede parecer. No siempre se tiene esa colaboración tan deseada, a pesar de llamar a la puerta, mandar mails o informes.

 

Aclarando esto, volvemos a la colaboración de papá y mamá cuando llevamos a cabo la intervención con el pequeño de la casa o con el adolescente. Colaboración que variará en función de las necesidades que se presentan, ya que no es lo mismo cuando trabajamos temas de dificultades de aprendizaje, que cuando atendemos aspectos de gestión emocional o las actuaciones que los padres llevan a cabo en diferentes momentos.

 

¿Cómo se lleva a cabo esa intervención?

 

A continuación voy a mostrar los pasos que yo llevo a cabo en mis intervenciones. Aclarar que cada psicólogo puede desarrollar su labor de una manera u otra, dependiendo de cómo se sienta más cómodo, la formación que haya recibido, etc. Mi proceso es el siguiente:

 

– Primera toma de contacto vía mail o telefónicamente. Evidentemente es el momento en el que el padre o la madre llama o escribe a través de la web para comentarte lo que les sucede. En esta toma inicial se preguntan algunas cuestiones sobre el caso, ya que en función del mismo se determinará o no si está dentro del área de intervención que se lleva a cabo.

 

– Recogida de información. Primer encuentro físico con la familia, en el que puede estar el menor o no (esto depende del caso y las demandas planteadas) y se analiza con ellos la situación. En ocasiones, los padres se sienten más cómodos y liberados si asisten sin el menor, ya que se sienten más relajados a la hora de comentar sucesos, hechos negativos, complicados, errores propios o percepciones de los hijos. También se puede dar la opción combinada, es decir estar un tiempo del encuentro con los padres a solas y posteriormente con el menor y los padres para compartir entre todos lo que sucede.

 

– Planificación de la intervención. Sí, los psicólogos trabajamos fuera de las sesiones, hay que planificar, delimitar qué se va a realizar y elaborar material, adaptado y personalizado a cada caso. Esto requiere horas fuera del momento presencial con las personas.

 

– Intervención. Trabajar con el menor (mi fase favorita), en la que se comienza a conocer personalmente su situación, indagar el por qué de determinados comportamientos y actitudes, cómo ve él o ella lo que sucede, etc. A partir de aquí, se comienzan a establecer pautas adaptadas a sus necesidades y que se pondrán en marcha durante los días posteriores.

 

En esta etapa de intervención, como ya he dicho se dan pautas, estrategias y recursos al menor, pero también a la familia. Ellos, como padres, deben saber lo que se ha planteado para que trabajen en la misma línea, e incluso ofrecerles otras pautas para las actuaciones que como padres deben llevar a cabo, siguiendo la línea de la intervención.

 

Además de esto, la colaboración es fundamental en los próximos encuentros, ya que tanto el menor como los padres nos indicarán cuáles de las estrategias y recursos han funcionado, se han empleado y cuáles no, así como conocer cómo ha sido la evolución durante los días. Gracias a esto se podrán modificar aspectos, mantener otros, seguir planteando propuestas… Porque con ese feedback se podrá avanzar y modificar según las necesidades que requiera el caso.

 

Como podéis ver, el trabajo con los menores en una intervención psicológica o psicopedagógica (que es donde yo más me muevo), es necesario contar con la colaboración de los padres. Esto es así ya que ellos también deberán cambiar comportamientos o rutinas ya establecidas, así como su actitud sobre el valor de las pautas y de las sesiones para poder avanzar y progresar.

 

También me gustaría aclarar que una terapia psicológica no es una pastilla que se toma y al momento hay un efecto inmediato que «cura» la necesidad. Una terapia requiere de continuidad, de un trabajo diario, de un esfuerzo y compromiso por cambiar, avanzar, conocerse y desarrollarse personalmente.

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