Psicología

SER EJEMPLO DE LOS HIJOS

Si tú lees, ellos leen.

Si tú das las gracias y pides por favor, ellos lo dirán.

Si tú hablas con respeto, ellos lo harán.

Si tú compartes tus emociones y experiencias, ellos también compartirán.

Si tú dejas el móvil o tableta durante las comidas, ellos no lo pedirán.

 

Y así podríamos seguir con muchas más situaciones en las que los padres somos modelos de nuestros hijos, tanto en lo positivo como en lo negativo.

 

Esta semana me he decidido a escribir un artículo enfocado en esta dirección a raíz de algunas imágenes y comentarios que he visto en las redes sociales, así como algunos artículos que he leído.

 

Si queréis poder ver esta imagen que compartió mi querida Gemma Olivares o esta otra de Sonia López (a la que os recomiendo seguir y su blog, donde encontraréis artículos maravillosos), también me inspiré leyendo algunos artículos de Noelia López-Cheda en su blog.

 

Pero otro de los desencadenantes fue la conversación mantenida con una mamá antes de iniciar la sesión con su hijo:

 

“María Jesús, el martes por la mañana tuvimos una discusión, le pedí que hiciera una cosa levantándole la voz directamente, gritándole, mientras él me decía tranquilo que ahora iba, pero yo seguía más enfadada y le gritaba más. Al final él me gritó también, hizo las cosas, pero ya salimos de casa camino del colegio enfadados. No me controlé y le llevé a él al mismo camino en el que estaba yo”.

 

Seguro que muchos papás y mamás os sentís identificados con esta situación, perder los papeles en un momento dado, tener un mal día o levantarse con el pie izquierdo, y de pronto exigir con gritos y maneras poco adecuadas, llevando a nuestros hijos a que sigan con el ejemplo y se comporten de la misma manera que los progenitores.

 

Sí, nos guste o no, los padres somos modelos de los hijos y lo que hacemos se graba más que lo que les podemos decir a ellos en un momento dado.

 

En el trabajo con muchas familias me encuentro con situaciones en las que tenemos que tratar el tema del ejemplo ante los hijos. A muchos padres les cuesta asumir esto, así como poder modificar determinados comportamientos, pero son conscientes de que sus hijos les retratan perfectamente en muchos momentos.

 

Quién no ha escuchado a sus hijos jugar con los muñecos y hablarles como nos dirigimos a ellos, o escucharles expresiones muy típicas de uno de los progenitores o realizar alguna tarea doméstica de manera similar o realizar una conducta exactamente igual que uno de los padres.

 

Pero no solo en estas situaciones, aquí podemos ver y analizar varios ejemplos:

  • Si nos pasamos la tarde tirados en el sofá viendo programas de entretenimiento, nuestros hijos buscarán eso en su tiempo libre. No les podremos exigir que cojan un libro si ellos ven que sus padres no lo hacen cuando tienen tiempo.
  • Si durante la comida los móviles están en la mesa y forman parte del decorado de la misma junto con los cubiertos. ¿Qué querrán los hijos? Pedir el móvil para ver vídeos o jugar cuando estén comiendo o hayan terminado mientras esperan a que finalice el resto.
  • Si nos encontramos con vecinos en el portal y no les damos los buenos días, nuestros hijos no lo harán, ni en el portal o al entrar en una tienda o a la profesora.
  • Si la mascota hace sus necesidades y no las recogemos, cuando nuestros hijos la saquen solos es posible que no lo recojan tampoco, influyendo así en educación cívica y social, así como en la responsabilidad que supone tener una mascota.
  • Si vemos que una persona necesita ayuda y pasamos de largo, es probable que nuestros hijos si ven a un compañero que está en un apuro no le ayuden.

¿Seguimos con ejemplos? Seguro que a muchos se os ocurren muchos más, pero voy a cortar porque la lista sería muy larga.

 

Somos modelos de nuestros hijos, esto no quiere decir que sean completamente calcos de nosotros. Los hijos tienen sus propias preferencias, intereses, su carácter y personalidad. Eso está ahí. Sin embargo, nuestras conductas en diversos momentos son un claro ejemplo para ellos, lo copiarán y llevarán a cabo en algunas situaciones.

 

¿Qué debemos tener en cuenta?

  • Darnos tiempo para relajarnos y calmarnos antes de actuar con gritos y tonos de voz elevados.
  • Ser conscientes de los actos que realizamos como padres.
  • Analizar y realizar autocrítica de los fallos cometidos para evitar repetirlos.
  • Hablar con los hijos y establecer canales de comunicación limpios.
  • Plantear una serie de normas familiares sobre aquello en lo  que queremos incidir o modificar (por ejemplo el uso de dispositivos en las comidas).
  • Establecer límites claros y concretos para que los hijos sepan elegir aquellos caminos deseables.

Lo dicho, como padres somos ejemplo de los hijos, pero debemos tener en cuenta nuestras acciones y seguir pautas para que las conductas desarrolladas por nuestros hijos sean deseables, tanto a nivel personal como social.

 

Antes de terminar, mencionar que en muchas ocasiones los padres se pueden ver desbordados por cómo actuar con los hijos, qué pautas seguir o cómo interactuar con ellos ante determinadas situaciones. Por lo que si se requiere orientación, lo mejor es buscar la ayuda de un profesional que guíe y oriente, adaptando pautas y estrategias a las necesidades específicas de la familia.

 

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