Psicología

No busques recetas mágicas.

No busques recetas mágicas, busca tu receta. Este es el título de este artículo y la frase que he compartido en la siguiente imagen.

¡Aviso! No hablaré de recetas culinarias (supongo que os lo imagináis), el término «recetas» en este caso está más enfocado al uso de recursos y materiales en diferentes entornos educativos. Entre esos recursos no me refiero al manual concreto que se emplee en el aula, que ese sí es común a todos, me refiero a materiales y recursos más específicos y adaptados.

 

Aclaro que este artículo es una reflexión personal acerca de algunas cosas que veo, leo o detecto por mi trabajo. Y es que en ocasiones se busca una receta, esa receta mágica que soluciona problemas, dificultades o que da respuesta a diferentes aspectos sin más. Y siento decir, que…

 

NO EXISTEN RECETAS MÁGICAS.

 

Como sabéis (porque comparto aquí en mi blog o en redes), empleo recursos muy diferentes en mis intervenciones psicopedagógicas con los menores. Entre esos recursos están fichas o documentos personalizados, actividades y juegos de mesa. Recursos que son previamente diseñados, analizados y valorados para esa intervención.

 

Que esos recursos me funcionen en algunos casos, no tienen porqué funcionar en otros. Por lo tanto, no quiere decir que sean una solución general para todos. Es una receta específica para ese menor, pero no para otros. De ahí la importancia de saber adaptarse a las necesidades propias.

 

Os estaréis preguntando… ¿Por qué cuenta todo esto María Jesús? Por varios motivos.

  • Porque hoy día se comparte mucho material y recursos por redes. Y ojo, que esto está fenomenal.

Sin embargo, debemos tener en cuenta que esos recursos están planteados por un docente, logopeda, psicólogo o profesional para su grupo, menor o práctica profesional. De ahí la importancia de analizar y adaptar.

  • Porque lo que funciona para unos no tiene por qué funcionar para otros.

Aquí radica la importancia de conocer al grupo o menor con el que se desarrolla la intervención, hacer un análisis previo y valorar ese recurso que tenemos delante y que nos han presentado otros compañeros o profesionales.

  • Porque es importante conocer los límites de cada uno y donde se encuentra cómodo.

Es decir, no dejarse llevar por modas, no dejarse llevar por la idea de si a él o ella le funciona a mí también. A qué me refiero con esto. Al hecho de que haya profesionales que empleen, por ejemplo, ABJ (Aprendizaje Basado en Juegos) no quiere decir que todos tengan que emplear juegos en el aula, sesión o talleres. Si no has jugado, no fuerces.

 

Digo juegos, como puedo decir fichas o dosieres que se encuentran por internet (y os aseguro que hay muchos). Recursos muchos de ellos maravillosos, con un gran trabajo detrás, con una intención de ayuda. Estos recursos, en gran parte, son de descarga gratuita y que, en muchas ocasiones, se dan a los menores para reforzar en casa como complemento para incidir sobre alguna dificultad de aprendizaje. Sin embargo, hay que valorar muy bien la dificultad, la necesidad y qué recursos son útiles en ese caso.

 

Y ojo, porque a veces ese tipo de tareas «extra» con buena intención, se convierten en una sobrecarga para el menor y familia. Sobrecarga que genera conflictos, malestar emocional y repercute en la autoestima. Pero no solo eso, a veces ese tipo de tareas no están centradas en la dificultad o necesidad específica del menor, lo que no ayuda en una intervención adaptada a esas necesidades.

 

Con respecto a esto, Iris Carabal compartió en twitter un tuit muy acertado y con el que estoy totalmente de acuerdo:

https://twitter.com/IrisMaestraPT/status/1332827325625487368

Es muy importante conocer con qué materiales estamos trabajando, pero también cuál nuestro foco de atención, las necesidades y demandas que tenemos delante. Y por supuesto el límite, hasta donde está el punto de nuestra labor o intervención.

 

Así que, dónde quiero llegar con esta reflexión, pues a un punto de análisis que creo que todos debemos llevar a cabo.  Es fundamental formarse, buscar recursos, preguntar entre compañeros, buscar ayuda si se necesita, pero no hay que replicar recetas exactas cuando hablamos de personas.

 

Como os he dicho, lo que funciona con un grupo, con un niño o niña, con una adolescente, no tiene porqué funcionar con otro. Y esto es porque son diferentes, con sus necesidades específicas. Esas son las que se tienen que tener en cuenta a la hora de seleccionar unos recursos y materiales frente a otros.

 

Si queréis conocer más, sobre estas reflexiones que suelo compartir, de vez en cuando. Os recuerdo que hace un tiempo compartí este artículo, ¡Atención! No todo vale.

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