Psicología

ADOLESCENTES, JÓVENES A LOS QUE DESCUBRIR

El artículo de hoy va a ser una reflexión de lo que he vivido durante este verano, pero sobre todo de las últimas semanas de vacaciones, en compañía de adolescentes.

 

Parece que escuchar las palabras adolescente o preadolescente por parte de los adultos da un poco de miedo y en muchos hogares se comienzan a echar las manos a la cabeza anticipando lo que está por llegar (en muchas ocasiones por lo oído o visto en la familia, vecinos, amigos….).

 

Y ojo, la adolescencia es una etapa de cambios físicos, emocionales y psicológicos, que hemos vivido todos (sí, papás y mamás, también la vivisteis, aunque ahora se recuerda lejana) y que todos hemos afrontado de diferente manera según las circunstancias personales, la educación recibida en el hogar, las relaciones familiares, etc.

Pero lo cierto, es que la adolescencia es una etapa de cambios y como tal hay que afrontarlo y respetarlo.

Sin embargo, parte de los comportamientos y del afrontamiento de la misma depende del desarrollo personal de los menores, de los límites, de las normas, de la personalidad, de los valores recibidos, etc. Y esto, nos guste o no, influirá en el desarrollo de esa etapa.

 

Por mi profesión y especialidad, trabajo con adolescentes con perfiles muy diferentes en cuanto a comportamiento, actitud académica, autocontrol y gestión emocional, etc. Teniendo siempre en cuenta y respetando que cada uno somos único. Veo y hablamos sobre muchas cosas, vivencias y opiniones sobre diversos temas de interés para ellos.

 

Lo que sí suele salir a flote en las terapias es la familia, la percepción que tienen sobre las relaciones con sus padres, lo que les exigen o no respecto a diferentes temas, el respeto a sus amigos y gustos, la comunicación o ausencia de ella en el hogar… Y esto es algo a tener en cuenta y sobre lo que trabajar con el menor y la familia.

Porque en las relaciones con los adolescentes, tanto el padre como la madre, deben estar implicados y la comunicación entre todos es clave para avanzar.

Además, seguro que a muchos os suena eso de… “¡Es que no me comprendes!”

 

Muchos menores tienen esa sensación y percepción de sentirse alejados del mundo adulto, no solo de sus padres, también de sus profesores, porque no se sienten identificados con los temas, los gustos e intereses, porque se les cuestione todo lo que planteen, porque no tienen claro qué camino seguir o decisiones tomar, etc.

Bueno, pues he de decir que a pesar de los cambios, de las situaciones vividas, de los enfrentamientos y conflictos entre padres e hijos, es importante mirar más allá y ver el fondo, los valores y las características personales que tiene la menor o el menor, porque estos serán una de las bases que les permitirán guiarse y desarrollarse.

¿Por qué digo esto?

 

Porque, en ocasiones, el foco se centra en que no estudian, que no recogen su habitación, que no cuidan sus cosas, y como estas muchas más, sin embargo nos podemos encontrar con menores que destacan por sus habilidades sociales, que tienen una gran capacidad para resolver situaciones o conflictos, que tienen unos valores muy claros y defienden a compañeros o les ayudan cuando lo necesitan.

 

Si queréis ver algo sobre esto último, comparto con vosotros este #videoconsejo que publiqué hace unas semanas entre dos de mis adolescentes de un taller de apoyo al estudio.

 

Voy a retomar el hilo sobre el que quería hablaros de los adolescentes (que me lío y me centro en otros temas) y de lo que nos pueden demostrar si les damos espacio, tiempo, favorecemos su atención y motivación en aquello que les resulta interesante, porque en ocasiones ellos mismos se encuentran perdidos y requieren de ayuda.

 

Sin ir más lejos, la pasada semana estábamos de vacaciones y a mi sobrino (adolescente de 15 años) le gustan los juegos de mesa y el rol (a muchos os puede resultar curioso esto), pero no solo a él, en el pueblo (pequeñito) tiene un grupo de amigos que también son jugones.

 

Con motivo de las fiestas hicieron una jornada de juegos de mesa por la mañana y pude disfrutar de ese grupo de chicas y chicos jugando al Diamant (que les gustó mucho) o a Los hombres lobo de Castronegro con un gran narrador y que lo disfrutaron muchísimo (era una maravilla verles disfrutar y como se metían en las dinámicas). Pero la cosa no quedó ahí, por la tarde a las seis se fueron a jugar al rol a una de las avenidas del pueblo, a una partida que había organizada previamente.

 

Es fantástico ver a todos los chicos y chicas «enganchados», metidos en los juegos y en sus partidas, haciendo algo diferente a lo que muchos están acostumbrados a ver en adolescentes y que se sorprenden al ver situaciones así.

 

Pero eso, no solo lo viví allí, en el centro cuando tengo talleres con adolescentes, ¿sabéis lo que me piden? Juegos de mesa, que les diseñe scape con pruebas diversas, gymkanas de pistas por el centro… 

 

¿Por qué piden estas actividades?

Porque son diferentes, porque les permiten ver qué habilidades o destrezas pueden desarrollar, porque les permite conocerse en otro entorno diferente y porque son divertidas y atractivas para ellos, alejadas de lo común y habitual (que eso ya lo tienen cada día)

 

Y esto es lo que manifiesta que los adolescentes tienen intereses diversos, no los típicos o los que están más reconocidos socialmente, así que…

Si les ofrecemos actividades diferentes podremos motivarles y focalizar su atención en otros temas, donde también trabajarán valores y aprendizajes diversos.

No solo eso, emplear otros recursos y herramientas a la hora de trabajar con adolescentes pueden favorecer muchísimos aspectos y áreas de su propio desarrollo, así como en las relaciones con ellos. Si queréis conocer un poquito más sobre esto, os dejo el fantástico artículo Adolescencia: pensamiento crítico, orientación laboral y juegos de mesa, escrito por Julia Iriarte para Bloggers&Family, donde descubriréis cómo a través de otras herramientas podemos orientar a los adolescentes, así como permitirles conocerse más.

 

En ocasiones, es muy fácil encasillar y colocar al adolescente y a la adolescente en un perfil determinado, anticipando sus gustos e intereses, decidiendo lo que deben hacer o no, qué camino seguir o lo que va a suceder… De esta manera, también se actúa conforme a ello, incitando involuntariamente a que se terminen comportando así.

 

Y para despedir este artículo, ahí va mi última reflexión…

Dejemos a los y las adolescentes que manifiesten sus gustos, sus intereses, que los den a conocer, y como adultos los escuchemos y respetemos, así mismo poder ofrecerles actividades y alternativas diversas, que descubran más y que puedan ver nuevos caminos. Todo ello favorecerá su desarrollo personal y emocional. 

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