Técnicas de estudio

LA ADAPTACIÓN DURANTE EL ESTUDIO

La adaptación durante el estudio es un punto a tener en cuenta como estudiantes. Siempre se habla de la importancia de las rutinas en el estudio, de adquirir un hábito, así como de las estrategias de aprendizaje. Estos son recursos básicos para el estudio; sin embargo, también hay que guiar y orientar en la flexibilidad y en la adaptación durante el estudio.

 

Muchos estudiantes elaboran un plan de estudio con tiempos delimitados y materias a estudiar cada día. Con ello, tratan de tener su tiempo estructurado y controlado, con un organización acorde a sus necesidades. Esto está bien, pero deben tener en cuenta otros aspectos que pueden romper ese planteamiento. Y aquí es donde entran los conflictos y problemas a la hora de afrontar imprevistos.

 

Siempre digo lo mismo a los estudiantes…

 

«No todos los días son iguales, no todos los días nos encontramos con el mismo nivel de atención, cansancio y motivación. Conocer esto y saber manejarlo ayudará en el estudio y rendimiento».

 

Teniendo esto presente, es fundamental tener la capacidad de adaptarse y ser flexible ante las demandas y necesidades encontradas. Porque esa capacidad de adaptación también ayudará.

 

Un ejemplo que planteo a las estudiantes, y que parte de comentarios que me dicen en sesión, es que a veces estudian y no avanzan por falta de concentración. Teniendo la sensación de que si paran de estudiar están fallando. Es decir, si deciden parar, descansar y cambiar de materia durante un tiempo, se fallan a ellos mismos porque no cumplen con su propósito.

 

Estas ideas terminan siendo dañinas y generan malestar. Desde sentimientos de frustración, agobio, enfado, hasta percepciones de incapacidad para estudiar y pérdida de tiempo. Por ello, orientar en la adaptación y flexibilidad en el estudio es clave.

 

¿Qué aspectos analizar para ser flexibles en el estudio?

 

Se debe analizar por qué no se está avanzando, qué es lo que sucede, por qué no me concentro, qué me preocupa… Es decir, hay que valorar el origen de lo que está sucediendo. Aquí hay una serie de aspectos a tener en cuenta:

  • Cansancio. Este repercute en la motivación y en la atención durante el estudio. Si se está cansado no se va a rendir bien, no se va a estar atento ni se va a manejar la información de manera adecuada.
  • Pensamientos negativos. Muchos estudiantes durante el estudio tienen pensamientos negativos recurrentes sobre la materia, el contenido o el resultado a obtener. Esos pensamientos les distraen del foco de estudio, además de incrementar su malestar y ansiedad en muchos casos.
  • Dificultad del contenido. Cuando un estudiante ve un contenido difícil, pueden suceder varias cosas. Por un lado, pensamientos de no voy a poder y «recrearse» en ellos, o es muy difícil y no buscan la manera de manejar el contenido.
  • Estrategias de aprendizaje. Hay muchas estrategias de aprendizaje y, en ocasiones, el uso de ellas no es el correcto y, por tanto, el resultado de su uso no es el deseado. Esto genera malestar, frustración y pensamientos de pérdida de tiempo cuando no se avanza y no se consigue estudiar lo planificado.

Ante estas situaciones, es importante saber parar, tomar decisiones sin miedo y sin pensar que se está fallando.

 

¿Qué se puede hacer?

 

Se pueden llevar a cabo varias actuaciones según el motivo que lleva a esa dificultad durante el estudio.

  • Parar y analizar. Cuando se ve que no se avanza, lo mejor es parar de estudiar y analizar qué es lo que está sucediendo.
  • Tomar un descanso. Los descansos son fundamentales para el rendimiento, por ello salir del lugar de estudio, tomar algo y desconectar durante unos minutos es de gran ayuda. Tras esto, se vuelve al estudio con otra perspectiva y nivel de atención.
  • Controlar los pensamientos negativos. Ya lo he mencionado, muchos menores se «recrean» en esos pensamientos y cada vez son mayores y más fuertes. Parar y salir del foco que los desencadena es clave. No solo eso, hay que ver la realidad de los mismos.

En este caso, cuando intervengo con menores y los pensamientos negativos sobre su rendimiento y estudio son recurrentes, les pido que los anoten. De esta manera, en las sesiones podemos analizarlos y ver cómo reconducirlos, así como ver la lógica de los mismos.

  • Buscar las estrategias de aprendizaje adecuadas. A veces hay que cambiar de estrategias de estudio, buscando así lo práctico y dinámico, favoreciendo la atención. Incluso poder emplear estrategias mnemotécnicas que se adapten a los contenidos.
  • Alternar materias. Si el estudiante está cansado y más distraído, es aconsejable cambiar una materia de contenido denso y de estudio de memoria, por otro más práctico, sencillo o atractivo.

Volviendo a los ejemplos, muchos estudiantes tienen programado estudiar Historia, pero están cansados o poco concentrados y no retienen los contenidos. En este caso, parar, descansar cinco minutos y volver para estudiar durante un tiempo otra materia más dinámica o sencilla, puede ayudarlos. Se avanzará en el estudio de otra materia, se relajarán y verán que su tiempo es aprovechado. Posteriormente se puede retomar esa materia inicial, pero con un objetivo diferente en cuanto al volumen de lo que tienen que estudiar.

 

La idea de tener recursos y saber que no sucede nada por cambiar y flexibilizar, es algo que necesitan conocer los estudiantes.

 

Muchos piensan que deben seguir en lo que están metidos, que no se pueden permitir parar o cambiar. Sin embargo, explicarles los motivos del cambio, saber que parar y descansar es necesario y les favorece, permitirá que tengan otras percepciones de su tiempo de estudio.

 

Por ello, la orientación en técnicas de estudio supone atender a muchos palos, conocer a los menores, sus necesidades y ofrecer estrategias y recursos que se adapten a ellas. Y aquí, como en muchas otras cosas, no todo vale. Porque hay menores que viven situaciones de ansiedad por una mala gestión del estudio, por autopercepciones negativas o por falta de recursos adecuados a sus necesidades. Y estas situaciones deben ser manejadas por profesionales especializados, como somos las psicólogas educativas.

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